¿Esas frases “positivas” realmente te ayudan?

¿Alguna vez te han dicho cosas como «¡Sé positivo!», «Todo pasa por algo», o «Si quieres, puedes»? Seguramente sí. Estas frases positivas parecen estar en todas partes: en redes sociales, en esas charlas con amigos que intentan animarte e incluso impresas en una taza de café que te acompaña por las mañanas. Aunque pueden parecer inofensivas (e incluso alentadoras), a veces tienen el efecto contrario: nos hacen sentir peor.

Quiero explicarte por qué.

Estas afirmaciones vienen de lo que llamamos positividad tóxica, un enfoque que promueve ignorar o minimizar cualquier emoción que no sea “positiva”. En teoría, su intención es buena: motivar, empujar hacia adelante o aliviar el dolor de quien lo escucha. Pero en la práctica, suelen ser invalidantes. Cuando nos dicen que «todo pasa por algo» o que «siempre hay que mirar el lado bueno», indirectamente nos están comunicando que nuestras emociones negativas no son válidas, que estar tristes, frustrados o angustiados es algo que debemos evitar a toda costa.

Y la verdad es que nuestras emociones –todas ellas, incluidas las incómodas– cumplen una función. Si sientes tristeza, puede que necesites tiempo para procesar una pérdida o descansar después de un desgaste emocional. Si te sientes enfadado, probablemente tu cuerpo te está diciendo que hay algo que no es justo o que necesitas poner límites. Estas emociones no son malas ni peligrosas; son señales que nos ayudan a entendernos y crecer.

Desde mi experiencia como psicóloga, lo primero que necesitamos es validar lo que sentimos. Eso significa aceptar nuestras emociones sin juzgarlas. Permitirte decir “hoy no estoy bien” sin sentirte culpable es un acto de autocuidado, no de debilidad. No se trata de quedarte atrapado en el malestar, sino de escucharlo, entender qué te está diciendo y decidir con calma cómo gestionarlo.

Y aquí viene lo liberador: no siempre tienes que estar bien, y eso está bien. Vivimos en una sociedad que glorifica la felicidad constante, como si fuera el único estado emocional aceptable. Pero la vida no funciona así. Todos pasamos por altibajos, y pretender lo contrario solo genera frustración y una desconexión con nosotros mismos.

La próxima vez que alguien te diga una de estas frases positivas –o que tú mismo estés a punto de decírtela–, detente un momento. Respira hondo y recuerda que no necesitas huir de tus emociones negativas. En lugar de presionarte para estar bien, date permiso para ser. Quizá lo que necesitas hoy no es una sonrisa forzada, sino un rato para ti, un abrazo, o simplemente aceptar que no todos los días son perfectos.

Porque sentir no te hace débil; te hace humano. Y eso, en realidad, es lo más positivo que puedes abrazar.

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